La cucaracha ya no puede caminar: La Decena Trágica

Por Jothan Balderas

La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque no tiene, porque le falta, marihuana pa’ quemar. Éste es uno de los versos más reconocidos del tema que se haría famoso durante la Revolución Mexicana. El verso en particular hace referencia al general Victoriano Huerta, cuyo alcoholismo y adicción a la marihuana eran constantes motivos de burla entre los soldados de la revolución. Descrito como ambicioso, dipsómano, sin escrúpulos y sin respeto por la vida humana. Este personaje será central en una de las historias más negras y canallescas de México.

HuertaLa revolución mexicana es un tema amplio, enredado, complejo. No es ni la lucha armada del pueblo contra el gobierno que nos libero de la opresión, ni es la guerra civil que desestabilizo el país, como muchos “destructores de mitos” – en su afán de contradecirlo todo – han querido dar a entender. La revolución fueron muchas revoluciones, muchos intereses, algunos del pueblo, algunos personales. Y principalmente la revolución fue muchas historias, una de ellas, la que a continuación se trata.

En febrero de 1913 tiene lugar un golpe de estado en contra del presidente electo Francisco I. Madero. Este golpe trae un enfrentamiento armado que deja cientos de muertos en la capital del país, y a través de una serie de traiciones, da como resultado la imposición de una dictadura que, a su ve,z generará una guerra civil,. Es aquí donde empieza la verdadera revolución, la más sangrienta.

¿Quiénes son los personajes de esta historia? ¿Cómo llegaron a esta situación? ¿Cómo se desarrollaron los hechos? Y sobre todo. ¿Qué intereses había detrás de todo eso?

 Francisco MaderoFrancisco I. Madero, nacido en 1873 en medio de una familia ostentosa, con estudios en EU e Europa, espiritista y aficionado de la comida vegetariana, funda el partido antireelecionista que lo postula como candidato presidencial. Después de ser encarcelado y exiliado en EU lanza el plan de San Luis en 1910 donde hace un llamado a las armas que produciría la renuncia de Díaz en 1911. Al tomar la presidencia, Madero, convencido de que había mucha menos mala fe de la que en realidad existía, había tratado de conciliar con todos, y solo había logrado enemigos.

En el norte, Orozco se levanta en armas, en el sur Zapata también se revela en su contra por no actuar conforme al Plan de Ayala en materia agrarista. Francisco Villa combate a Orozco junto con Huerta y es encarcelado por este último por un delito que no cometió, desde la prisión de Lecumberri trata de convencer a Madero para que interceda en su favor y sólo logra que lo trasladen a la prisión militar de Santiago Tlatelolco, en donde se entera del complot que se trama contra Madero. Villa envía cartas de advertencia a Madero, pero éste las ignora, finalmente Pancho Villa se fuga y se exilia en EU.

 Manuel Mondragón, un militar porfirista, inventor del Fusil Mondragón, un arma un tanto avanzada para la época – que en realidad solo son algunas modificaciones de fusiles franceses – que sería usado en la primera y segunda guerra mundial, trama un golpe militar en la Habana, Cuba, junto con el general Gregorio Ruiz y el ingeniero Cecilio Ocón. Su plan es liberar de la cárcel al general Bernardo Reyes y al general Félix Díaz.

MondragonMondragón es un hombre de mundo, conoce Bélgica y Francia, es general de artillería y se dedicó a defender las costas del golfo, Oaxaca y Puerto México. Durante esos años logró que las casas proveedoras extranjeras aumentaran un 20% el precio de la artillería que vendían en México, cantidad que iba a su bolsillo. Es sin duda un ambicioso que añora los tiempos del porfirismo. Se cuenta que su hija – la poetisa y pintora Carmen Mondragón, una hermosa mujer mejor conocida como Nahui Ollín – lo odiaba porque trató de violarla.

 Los principales líderes reaccionarios eran Bernardo Reyes y Félix Díaz, el primero encarcelado en la prisión militar de Santiago Tlatelolco y el segundo en el palacio negro de Lecumberri. Díaz era un militar de poca monta cuyo mayor merito era ser sobrino de Porfirio Díaz, en aquellos días le decían “el sobrino del tío” o el “sobrinísimo”, dejando en claro lo intranscendente del personaje. Creyéndose heredero de la dictadura se levanta en armas en Veracruz, logra tomar el puerto pero posteriormente es derrotado. En el juicio en su contra es condenado a muerte pero se le perdona la vida y peor aún, se le traslada a la ciudad de México.

 ReyesPor otro lado, Bernardo Reyes era el hombre fuerte de la reacción. Había nacido en Jalisco en 1850, hijo de españoles naturalizados. Entró en el ejército a los 15 combatiendo al imperio de Maximiliano. Fue colocado por Díaz en la gobernación de Nuevo León de 1885 hasta 1909, solo dejó el cargo de 1900 a 1902 cuando es nombrado ministro de guerra. En éste período convence a Díaz de crear una segunda reserva militar que con los años se convertirá en el servicio militar. Como gobernador de Nuevo León consiguió un alto progreso de la ciudad de Monterrey, aunque este progreso era meramente superficial y para unos cuantos, como lo menciona la oposición al régimen de Díaz: “Al hablar de la gestión administrativa del general Bernardo Reyes como gobernador de Nuevo León no faltan espíritus superficiales, y lo que es peor, hombres con talento, que se deshagan en elogios al gobernante que, como el general Díaz, ha cuidado de ocultar nuestra miseria cubriendo la mendicidad del mexicano con los pintarrajeados activos de una riqueza más extranjera que nacional.” Regeneración, t. II, núm. 56, 30 de septiembre de 1901.

Es, sin duda, el favorito para ser el sucesor de Díaz, pero la jugada le sale mal. Su base social se enfrenta con los científicos y termina exiliado en 1909. A su regreso intenta competir por la presidencia contra Madero pero es derrotado, desde EU en 1911, convoca a levantarse en armas contra el gobierno, pero nadie lo sigue, termina vagando solo en el desierto hasta que decide entregarse. Hecho prisionero en Tlatelolco seguramente se cruzo con Pancho Villa, el bandolero, el genio militar que representa todo lo contrario a él.

Es su hijo, Rodolfo Reyes quien termina por convencerlo de unirse al golpe. En lo particular, resulta difícil imaginar qué tipo de motivación mueven a este personaje. ¿Es la prepotencia? ¿Añora los viejos años de la dictadura? Al igual que Félix Díaz ¿Siente que es el heredero natural de la dictadura? Por cierto que nadie le informa al viejo dictador sobre los planes, la dictadura continuara, pero sin él.

 Gustavo MaderoEl brazo más fuerte del maderismo es el hermano de Madero, el hermano incómodo, ese era Gustavo A. Madero, el ala izquierda del maderismo. Era suspicaz, inteligente y frio cuando era necesario. Pero también era bondadoso y con gran amor por su patria. Huerta diría de él: “las pesuñas del chaparro [Francisco] me parecen blandas, pero ojo parado [Gustavo] las tiene duras.” El sobrenombre de “ojo parado” le venía porque era tuerto a causa de un accidente en la infancia. No participó en los movimientos armados porque se preocupaba más por su familia y su esposa: “Es verdad que me han invitado, es verdad que se ha hablado, pero yo invariablemente he contestado que no podía resolver nada sin consultarlo contigo; que me contrariaba no ir, que ganas tenía pero que sentía que mi vida te pertenecía y que no la expondría sin consultar con su dueña.” Extracto de una carta de Gustavo a su esposa Carolina fechada el 1 de mayo de 1911.

Era mucho más enérgico que su hermano que solo se rodeaba de políticos más blandos. Las presiones de Gustavo acerca del golpe militar, más el constante acoso de la prensa – que calumniaba vilmente a Gustavo – provocaron que Francisco decidiera enviarlo a Japón en respuesta de una invitación del país asiático.

Sospechando de un levantamiento en contra del presidente, visitó los cuarteles militares en busca de información y obtuvo una lista de los posibles generales involucrados. Intentó advertir al presidente pero este lo ignoró.

El 7 de febrero de 1913, Gustavo iba a salir en tren rumbo a Monterrey, en donde recogería a su esposa para luego partir a Japón. En la estación de tren de Tepeyac en la Villa de Guadalupe fue interceptado por maderistas que lo convencen de quedarse a apoyar a su hermano en vista del inminente alzamiento. Años después recordando este episodio se le cambiaría el nombre a la Villa por Villa Gustavo A. Madero y posteriormente terminará siendo la delegación Gustavo A. Madero.

Es la madrugada del 9 de febrero de 1913. Después de algunas dudas entre los golpistas, el general Mondragón se impone, el golpe se dará. Desde la noche anterior los generales Mondragón y Gregorio Ruiz – otro veterano de la intervención francesa – se encuentran organizando a los soldados del cuartel militar de Tacubaya, hoy en día ubicado sobre Av. Observatorio cerca el cruce con periférico. Mientras tanto en el colegio de aspirantes de Tlalpan – que actualmente es un tutelar de menores, ubicado sobre avenida San Fernando, entre las calles de Benito Juarez y Fuentes Brotantes, curiosamente a unos metros hay una calle llamada Francisco I. Madero – los oficiales disponen a los jóvenes cadetes para salir rumbo al Zócalo, han narcotizado al director y a los pocos que se oponen no les queda más que huir.

Cuartel TacubayaExiste mucho movimiento en el cuartel de Tacubaya y esto es observado por unos agentes de la policía, luego de que uno de estos agentes es detenido se le informa al jefe de la policía López Figueroa que a su vez se lo comunica al presidente Madero. Cerca de la media noche, en palacio nacional, el general Lauro Villar, jefe militar de la ciudad de México, le ordena al capitán Torrea: “… mucha vigilancia y en caso de alteración del orden, mucha bala, mucha bala…”.

Gustavo A. Madero se encuentra cenando con un grupo de maderistas, le llegan un sinfín de rumores sobre al alzamiento y junto con algunos hombres de confianza se dirige a Tacubaya, al llegar son descubiertos y a tiros son obligados a escapar, no hay duda, el golpe está en marcha. La columna de Tacubaya se dirige a Tlatelolco a liberar al general Reyes y la avanzada de Tlalpan se dirige a tomar Palacio Nacional.

La avanzada proveniente del colegio de aspirantes llega a palacio y con facilidad doblegan a la guardia, a la que invitan a sumarse al movimiento. El ministro de guerra, el general Ángel García Peña, intenta restablecer el orden pero ningún soldado obedece sus ordenes, se enfrenta a tiros con los cadetes y resulta herido después de que unas ventanas detrás de él son destrozadas por las balas.

Poco después llega de Tacubaya Gustavo A. Madero y al entrar a palacio es detenido y encerrado en una de las cocheras junto con el intendente del palacio, Adolfo Bassó, un capitán de fragata de 60 años.

Mientras se encuentra descansando en su casa de un ataque de gota, es informado el General Lauro Villar, jefe de la plaza, uno más de los viejos militares porfiristas que enfrentaron al imperio. Se viste de civil y toma un coche rumbo a palacio, un reten lo desvía y entonces se dirige al cuartel de San Pedro y San Pablo – Que hoy es el museo de la luz, ubicado en la calle de San Idelfonso – donde encuentra una pequeña guardia de reclutas. Pregunta: “¿Saben disparar estos soldados?” Se le informa que sí, y ordena armarlos. Con alrededor de 70 hombres se dirige por la calle del Carmen a Palacio.

Entrando por atrás de palacio se encuentran con los cadetes alzados, prácticamente a gritos Villar se impone y logra detener a los cadetes. Está oportunidad es aprovechada para que Gustavo, Bassó y García Peña sean liberados. Villar coloca dos ametralladoras hotchkiss a las afueras del palacio – una queda en manos de Bassó –  y dos líneas de tiradores, una de ellas pecho tierra, Gustavo solo tiene una pistola en la mano.

A las afueras de la prisión militar de Santiago Tlatelolco ya se encuentran una avanzada del colegio de cadetes, una columna del cuartel de San Cosme y un grupo de civiles liderado por Rodolfo Reyes, sin oposición logran liberar a Bernardo Reyes que lo primero que dice es: “¿Tienen un caballo para mí?”. En ese momento llega la columna de Tacubaya y Mondragón le entrega el mando.

Toda la columna, más una nueva que se les une en el cuartel de San Idelfonso, se movilizan rumbo a Lecumberri. Al llegar, de nuevo sin oposición, liberan a Félix Díaz, que se da un abrazo con Reyes ante la mirada complaciente de Mondragón. Los tres generales (Mondragón, Reyes y Díaz) visten de civil. Toman rumbo a palacio.

Garcia Peña

A las siete de la mañana García Peña, herido, llega al castillo de Chapultepec e informa sobre lo ocurrido en Palacio al presidente. En ese momento Madero toma la decisión, el encuentro tendrá lugar en Palacio Nacional. Un grupo de civiles y cadetes del Colegio Militar lo esperan a las afueras del castillo. Si existían dudas entre los cadetes estas se disipan con el discurso del presidente: “La escuela de aspirantes ha echado por tierra el honor de la juventud en el ejercito. Este error sólo puede enmendarlo otra parte de la juventud militar.”.

Reyes manda por delante al general Gregorio Ruiz, al encontrarse este frente a palacio, Villar sale de la relativa protección de la puerta. Villar a pie se encuentra frente a Ruiz, quien le dice “Lauro, nos hemos alzado, atrás vienen…” en ese momento Villar comienza a retroceder y Ruiz lo sigue, al encontrarse cerca de los soldados leales Villar dice: “Estoy con el supremo gobierno y usted está detenido”. Después de detener a Ruiz una parte de los alzados deserta y se suma a los leales a Madero.

Al enterarse Reyes de la detención de Ruiz, dicen que dijo: “Lauro es de nuestros” por ahí se cuenta también que dijo: “Lauro es mi amigo”. Ordena avanzar frente a palacio, Rodolfo, su hijo, trata de detenerlo pero no lo logra, Reyes dice: “La suerte está echada”. Unos cuantos lo siguen y a la espera queda el resto de la columna con Mondragón. ¿Precaución? ¿O solo quiere que otros terminen lo que él inicio?

Reyes Tlatelolco Reyes avanza en su caballo – de nombre Lucero – con espada en mano y a la cabeza de sus hombres. Al llegar frente a palacio Villar de nuevo avanza dejando atrás la protección de sus hombres y la puerta. Los dos generales se encuentran a menos de 30 pasos, en medio de la línea de tiro de ambos bandos, más un montón de mirones que salían de tomar misa en la catedral. Villar da la orden de deponer las armas. Reyes trata de convencerlo de sumarse al movimiento. Villar da la orden una vez más.

¿Imprudente, engreído? ¿De qué forma se veía a sí mismo Reyes? ¿Qué habrá pasado por su cabeza? Después de que Villar ordena deponer las armas por tercera vez, Reyes toma las riendas de su caballo y se lanza sobre Villar, a lo que este responde con la orden de ¡Fuego!

La balacera dura alrededor de 10 minutos. El general Reyes es abatido por la metralleta de Bassó. Villar es herido en la clavícula derecha. Los leales tienen 43 muertos y heridos, los alzados alrededor de 80 heridos y 35 muertos. La mayoría de las víctimas son civiles que quedaron atrapados en el fuego cruzado.

Ante el desconcierto de ver muerto a su líder los alzados huyen de la escena, no está claro cómo se tomó la decisión, pero toman rumbo a La Ciudadela.

El grupo del presidente baja por Reforma y dobla en la avenida Juárez. Ahí, frente al Caballito, alguien le da una bandera nacional. Frente al Teatro Nacional – hoy Bellas Artes – le disparan desde el edificio de la Mutua. Un gendarme que estaba justo a un lado de Madero cae herido. Los dueños de la casa Foto Daguerre lo invitan a refugiarse en el edificio. En ese instante llega Gustavo desde Palacio y Victoriano Huerta – que en ese momento llevaba 5 meses en retiro – llega en un automóvil vestido de civil y se pone a las órdenes del presidente. Huerta no le da confianza a nadie, mucho menos a Gustavo, pero el presidente – en su interminable bondad, algunos dirían que ingenuidad –  lo acepta. Salen al balcón del edificio antes los llamados de la población.

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Nació en Colotlán, Jalisco, en 1844. Victoriano Huerta estudia en el Colegio Militar, posteriormente estará bajo las ordenes de Bernardo Reyes. En 1883 se hace cargo de represiones a rebeldes en Guerrero, – Así es como Díaz mantenía su “paz” – en 1900 participa en la liquidación de la insurrección Yaqui y en 1903 en la represión de la guerra de castas en Yucatán. Todo un personaje acostumbrado al exterminio masivo. La caída de Reyes le impide llegar a subsecretario y por despecho conspira contra de Díaz. Es curioso como todos estos personajes solo se revelan cuando sus intereses personales se ven afectados o limitados.

Es casi un espectador en el inicio de la revolución, aun así, a la renuncia de Díaz, éste le da el honor de dirigir su escolta rumbo a Veracruz. Con De La Barra se encarga de la persecución de los zapatistas, con Madero toma la dirección de la División del Norte y combate a Orozco. En la División del Norte choca con Pancho Villa y lo manda fusilar con un argumento absurdo, supuestamente Villa se robó una yegua, lo cual era absolutamente falso. Solo una rápida intervención de varios generales, entre ellos otro hermano del presidente, Raúl Madero, le salva la vida a Villa, que finalmente es hecho prisionero en Tlatelolco.

Reyes muertoFrecuentemente es mencionada su adicción al alcohol y a la marihuana. Si bien es un personaje salvaje, a la vez es manipulador, melómano, taimado, ambicioso, y a pesar de esto no se puede negar su gran ingenio. Es difícil no crear una mala imagen de este personaje, sobre todo por los hechos que tendrán lugar en los siguientes días. No por nada en nuestro país Victoriano Huerta es el prototipo perfecto del traidor, o en palabras muy mexicanas, era un verdadero hijo de la chingada.

En algo que parece un desfile triunfal, caótico y con civiles y militares, madero llega a Palacio Nacional y al ver a Villar herido decide transferirle el mando a Huerta. Villar, que lo conocía bien, le dice: “Mucho cuidado Victoriano”. Este es quizá el mayor error del presidente, de los muchos que ha cometido y seguirá cometiendo.

Huerta manda fusilar al general Gregorio Ruiz. ¿Por represión? ¿Para tapar sus huellas con los golpistas? Se cuenta que Ruiz dirigió su propio pelotón de fusilamiento. En los rumores correrá la versión de que fue Gustavo quien lo mandó fusilar.

Aproximadamente a las 11:30 de la mañana, los golpistas intentan tomar la Ciudadela, el general Villareal, que fue enviado horas antes a defender la plaza por el general Villar, es traicionado por sus soldados. Villareal es herido y finalmente rematado de un tiro en la espalda. Es así como los rebeldes toman el edificio.

Balcon DaguerreLa ciudadela es un recinto de finales del siglo XVIII, cuentan con muros muy fuertes y está rodeado por espacios abiertos y avenidas muy anchas, es difícil acercarse sin ser visto. Ahí se encuentra el arsenal de la ciudad, – en este lugar estuvo preso Morelos justo antes de ser fusilado en Ecatepec – aquí ocurrieron varios motines en el siglo XIX.

No hay más enfrentamientos. Los rebeldes se atrincheran en el edificio. Los reporteros y los civiles no tienen dificultad de acercarse. Muchos jóvenes de familias acomodadas se acercan a dar apoyo a los alzados. La oligarquía apoya el golpe y manda a sus hijos al frente, muchos acompañados de jardineros, sirvientes o choferes.

Madero logra juntar a su gabinete y comienza a reunir a sus fuerzas cercanas a la capital en las afueras de la ciudad. Es en éste momento cuando Madero toma una decisión drástica. En un automóvil, a las 3 de la tarde, acompañado de unos cuantos hombres y sin escolta militar, se dirige a la ciudad de Cuernavaca en busca del general Felipe Ángeles. Un viaje muy peligroso, principalmente por los zapatistas que acosaban el camino.

Felipe de Jesús Ángeles, tiene 45 años y es originario de Hidalgo, estudió en el Colegio Militar, subió de rango en el ejército más por antigüedad que por méritos  regresa al Colegio Militar como profesor y no interviene en el movimiento del 10. Madero lo nombra director del Colegio Militar pero en agosto de 1911 lo envía a Morelos a pelear contra los zapatistas. Otro militar porfirista. Aún así Madero confía en él.

Ángeles cena con el presidente en el hotel Bellavista. Afuera se oyen «mueras» a Madero por parte de la oligarquía, a pesar de que Madero prácticamente se había dedicado a defenderlos de los zapatistas. Posteriormente ambos regresan en automóvil a la capital y así termina el primer día del alzamiento.

Al día siguiente en un consejo militar Huerta propone un plan de ataque muy poco serio, planea atacar directamente La Ciudadela, con 4 columnas. El plan es muy riesgoso puesto que las calles son anchas y los soldados serían blanco fácil. A las 6 de la tarde comienzan a llegar las tropas de Ángeles, más otras tropas de Querétaro, Teotihuacán, y Celaya. En la noche comienzan a tomar posiciones.

Aproximadamente a las 10:30 del 11 de febrero Huerta da la orden de fuego, inician los cañonazos. Las columnas federales avanzan haciendo poco daño, mientras que los rebeldes arrasan con lo que ven, gracias a las ametralladoras. Cuentan además con francotiradores en puestos de avanzada en las cuadras que rodean a la plaza. Entre las fuerzas leales hay confusión. No se sabe quiénes son aliados o enemigos, ni las órdenes son claras.

Marcha LealtadPor la tarde hombres de Díaz y Huerta se reúnen, comienzan los primeros acercamientos, promovidos principalmente por Enrique Cepeda, amigo de Huerta.

En un verdadero acto de salvajismo e inhumanidad, Huerta ordena el avance de un grupo de rurales, una fila de 16 hombres por 40 de fondo, montados a caballo y con sable en mano. Frente a La Ciudadela existe un espacio abierto, – en donde se encuentra la estatua de Morelos – los rurales no pudieron ni acercarse a la fortaleza, fueron completamente masacrados por las ametralladoras. Comienza a hacerse evidente que Huerta solo quiere desgastar a las fuerzas de Madero.

El presidente recibe el informe del las acciones del día, hay descontento. Madero le reclama a Huerta no solo por el fracaso de las operaciones sino además el hecho de que está dejando pasar víveres a los alzados. Huerta lo niega, pero confrontado con testigos corrige y dice que es un plan para concentrar a los rebeldes en un solo punto.

En la mañana del día 12 suena un intenso fuego de artillería. Los leales intentan debilitar La Ciudadela  y además la demarcación de policía, el YMCA, y la iglesia Campo Florido, donde los alzados tienen puestos de avanzada. Los rebeldes disparan indiscriminadamente, pareciera que solo quieren crear caos. Un bombardeo destruye parte de la cárcel de Belén, hay amotinamientos y fugas, parte de los reos se uno a los rebeldes.

CiudadelaHuerta no ha organizado abastos. Gustavo A. Madero organiza a civiles, consigue dinero y reparte comida entre los soldados.

En la tarde Huerta vuelve a mandar un grupo de rurales en la misma forma que el día anterior. Es imposible que no supiera lo que iba a pasar. ¿Trata de mantener el descontrol de la zona? Huerta vuelve a sacrificar vidas de forma absurda.

Por la tarde el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, y los embajadores de España y Alemania se reúnen con el secretario de relaciones exteriores. Posteriormente se reúnen con Díaz, quien los recibe con los honores de ordenanza. Díaz en persona les muestra la fortaleza.

El mismo día el presidente norteamericano, William Howard Talf, se reúne con secretarios y los ministros de guerra y marina para analizar un desembarque de buques de guerra en Veracruz, Tampico y Mazatlán. Los senadores americanos no hacen declaraciones, sólo el senador Fillman declara: “El Presidente Taft, —expresó— debe ser muy cauto a fin de no comprometer a los Estados Unidos en una guerra con México en los momentos de entregar su puesto al sucesor. Ninguna desgracia sería comparable a la de una guerra inicua en estas circunstancias. Debemos hacer lo estrictamente indispensable para proteger el honor nacional, y si por alguna causa tenemos que mezclarnos en los asuntos de México, hagámonos a un lado lo más pronto posible.» Las presiones sobre Madero crecen y se limita a decir: “No es nada, no es nada”.

Lane WilsonEs aquí cuando un nuevo personaje entra en escena. Henry Lane Wilson tomó el cargo de embajador en México el 5 de marzo de 1910. Se dice que cuando Madero toma el cargo de presidente, la esposa de Wilson se entrevistó con Sara Pérez, la esposa de Madero, y le pidió que el gobierno le entregara un negocio y 50 mil pesos mensuales, pues decía que : “el sueldo que le daba la casa blanca no le bastaba para mantener la dignidad de su cargo”. Madero lo ignoró. De aquí surge el odio de Wilson hacia Madero, se dedica a desprestigiar al presidente. Durante los ataques a La Ciudadela, exagera los telegramas a Washington respecto a la real situación de la ciudad.

El jueves 13, Solón Arguello – poeta de origen nicaragüense y secretario privado del presidente – trata de conseguir reclutas entre los obreros de la ciudad para defender al gobierno.

Un cañonazo destruye la puerta Mariana de Palacio Nacional. A las 11 de la mañana se intenta un ataque que es frenado por la metralla en la esquina de Morelos y Victoria. El encuentro más grande se da en la iglesia de Campo Florido, en la calle de Dr. Vértiz, donde los leales defienden el campanario de los ataques alzados. Sigue habiendo confusión entre las fuerzas federales.

Por la tarde Wilson – que sigue enviando telegramas alarmistas a Washington – recibe la visita de Enrique Cepeda, enviado por Huerta. Se le pide su consentimiento para una entrevista entre Huerta y Díaz a fin de unir fuerzas contra Madero. Wilson acepta.

Para el día 14, un grupo de soldados del 20° batallón se rebela, son capturados y los lideres fusilados. Llegan desde Veracruz dos millones de cartuchos. Es enviado a combate el 29° batallón al mando del general Aureliano Blanquet. De éste general se decía que había formado parte del pelotón de fusilamiento de Maximiliano, la versión es difícil de confirmar.

D3El ataque de Blanquet es un desastre, Huerta sigue dando excusas al por mayor. Wilson sigue conspirando contra Madero. Une a los embajadores de Inglaterra y España contra el gobierno, pide la renuncia de Madero, intercambia mensajes con Huerta y sigue mintiéndole a Washington.

Madero acepta una mediación con los alzados, pide un temporal cese al fuego para permitir a los civiles abandonar la zona, Mondragón se niega y pide la renuncia del presidente para iniciar las negociaciones.

El ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Lascuráin, se reúne con parte del senado para analizar pedir la renuncia del presidente. Madero se mantiene firme, no renuncia.

BlanquetEl 15 Wilson reúne a los embajadores de España, Alemania e Inglaterra, les dice que Madero es incompetente. Se presentan en Palacio para exigir garantías para los extranjeros, Madero diplomáticamente les pide que no interfieran en asuntos nacionales. Posteriormente los embajadores se reúnen con Huerta. 24 senadores en reunión privada acuerdan pedir la renuncia del presidente. Madero no los recibe y entonces juntan a una multitud fuera de Palacio que exige la renuncia del presidente para evitar una invasión extranjera. La casa particular de los Madero es incendiada, no se conocen a los responsables.

El batallón de Blanquet es enviado a custodiar Palacio Nacional y cuidar al presidente. Huerta trata de hacerse cargo de la logística de Palacio pero Adolfo Bassó, temiendo que Huerta asesine al presidente, lo impide.

En la noche, el embajador español Cólogan se reúne con Wilson, este le dice que la caída de Madero es inminente y depende de un acuerdo entre Díaz y Huerta. Sin estar claro de quién es la iniciativa, se pacta un armisticio de 24 horas.

Cerca de las 2 del día 16 se oyen disparos. Hay dudas sobre quien rompió el armisticio. El gobierno y los alzados se culpan mutuamente. Posteriormente se sabe que los alzados introdujeron provisiones e instalan metralletas avanzando en el terreno y violando el pacto.

Madero confronta a Huerta sobre el asunto, quien una vez más se deshace en excusas. El presidente ordena otro ataque con artillería pero los militares insisten en que no tienen los recursos suficientes. Es obvio que no quieren combatir. La traición se hace evidente para todo el círculo de Madero, pero el presidente insiste en confiar en los militares. Posteriormente Huerta sale de Palacio para asistir a una reunión en casa de Enrique Cepeda. No sé sabe si asisten Díaz o Mondragón, pero sin duda sus hombres si estuvieron presentes.

Muerte de RiverollPor la tarde el periodista John Kenneth Turner – autor de México Bárbaro – es detenido por las fuerzas felixistas, se presenta con Mondragón como periodista norteamericano, pero el general lo envía a la bartolina.

El lunes 17 de febrero, el embajador alemán, le propone a Lascuráin nombrar a Huerta gobernador general de México. Blanquet le dice a dos senadores que se requieren 10 mil soldados para tomar La Ciudadela, en pocas palabras reconoce que es muy difícil solucionar la situación.

Se reúne el Estado Mayor con García Peña presente, se decide tomar el local de la YMCA, con lo cual Huerta dice: “Todo habrá terminado”. Después de la reunión Madero encara a Huerta y le pregunta si los senadores lo han invitado a imponer su renuncia. Huerta responde: “Sí, señor presidente pero no les haga usted caso porque son unos bandidos. Las tropas acaban de ocupar el edificio que es la llave de asalto a La Ciudadela”. Con ésta mentira Huerta gana tiempo.

Gustavo, que ya desconfiaba de Huerta, se entera de la reunión en casa de Enrique Cepeda. Harto de la situación y pistola en mano lo detiene. Al enterarse, el presidente los convoca a comparecer a ambos. Gustavo acusa a Huerta de ser el más interesado en la derrota del gobierno. Huerta se defiende y jura lealtad. El presidente le da 24 horas más para tomar La Ciudadela y reprende a su hermano por impulsivo.

Madero prisioneroHuerta decide utilizar a Blanquet para dar el segundo golpe. Los bombardeos a la ciudad continúan. Wilson visita La Ciudadela para continuar su labor de mediador entre los alzados y Huerta, allí se entrevista con el periodista estadounidense, quien le confiesa ser John Kenneth Turner y haber ocultado su nombre: “Mi vida no valdrá nada si la gente de Félix Díaz se entera de que soy el autor de México Bárbaro”. Wilson se molesta y le pide que revele su nombre prometiéndole liberarlo esa misma noche. Al enterarse Mondragón de la identidad del periodista lo manda fusilar, pero la ejecución se pospone hasta tres veces.

Por la noche Alfredo Robles Domínguez le dice al presidente que tiene pruebas de que Huerta y Díaz han hecho un pacto. Madero, una vez más, no hace caso de las advertencias y dice: “ustedes están precipitando la situación al correr esas bolas”.

Pasado del medio día del 18, Blanquet le ordena al coronel Teodoro Jiménez Riveroll apresar a Madero. Riveroll junto con el mayor Izquierdo, 50 hombres y guiados por Enrique Cepeda suben las escaleras e irrumpen en una reunión del presidente con su gabinete. El coronel le dice al presidente que se de por preso. Un hombre de la escolta de Madero se dirige a los hombres de Riveroll y les da la orden de ¡Media Vuelta! Los soldados obedecen. Riveroll repite la orden y los soldados vuelven a apuntar al presidente. Se intercambian disparos, Marcos Hernández cae muerto, cubriendo al presidente. Gustavo Garmendia, un asistente de Madero, dispara y mata a Riveroll y al mayor Izquierdo. Los soldados no saben qué hacer. Madero sale de la sala, es alcanzado por Sánchez Azcona. Llegan a un elevador muy pequeño, el presidente y unos cuantos bajan por el elevador y  el resto sigue por las escaleras.

FuneralAl llegar al patio un grupo de soldados del 29° batallón le presentan armas. Blanquet con alrededor de cien soldados más se presentan. Madero trata de hablar con la tropa, Blanquet lo impide, “Es usted mi prisionero” le dice al presidente. “Es usted un traidor” responde Madero. El presidente y el vice presidente Pino Suárez son hechos prisioneros.

Al mismo tiempo, Gustavo se encuentra en el restaurante Gambrinus invitado por Huerta. A la mitad del desayuno Huerta finge un llamado importante y sale del lugar, después de que Huerta confirma la detención de Mader,o se retira del restaurante e inmediatamente después Gustavo es detenido, atado y encerrado en el cuarto donde se guardaban los abrigos de los comensales.

Huerta manda llamar a Felipe Ángeles para “recibir órdenes”. Al llegar Huerta le ofrece exiliarse con el presidente, dirigir el Colegio Militar o acompañar a Madero al exilio y luego regresar como director. Ángeles acepta irse al extranjero, pero poco tiempo después es hecho prisionero junto con Pino Suárez y Madero.

Es informado el embajador americano sobre las detenciones. Wilson manda un mensajero a La Ciudadela y parte rumbo al zócalo, donde los golpistas lo victorean. Es incendiado el diario Nueva Era y Gustavo es trasladado a Palacio.

Se acuerda que Huerta será el presidente provisional y Díaz queda sin cargo para poder postularse a presidente en las siguientes elecciones.

Cerca de la media noche, Mondragón exige que le entreguen a los prisioneros de Palacio. Huerta se rehúsa pero finalmente acepta entregar a Bassó y a Gustavo. Culpándolos de la muerte del general Ruiz. Díaz se los entrega al capitán Zurita: “Háganles lo que ellos hicieron con Ruiz”.

Se cuenta que Gustavo trató de resistirse agarrándose del marco de una puerta, que les ofreció dinero, en fin, el terror debió invadirlo. Más de cien soldados y civiles, muchos de ellos ebrios, se entregaron en un frenesí homicida propiciado por los gritos de Ocón. Golpes, patadas, con palos, dagas, insultando y con disparos fueron masacrando a Gustavo. Un soldado le saca el ojo bueno con su espada. Ciego y tambaleándose, Gustavo llega hasta la estatua de Morelos y se desploma. Un soldado le dispara y otros lo siguen, disparando a quemarropa sobre Gustavo. Después de muerto continúan mutilando el cuerpo.Viuda Madero

Es difícil imaginar lo que debió pensar Gustavo en esos momentos. Mientras estaba encerrado en el restaurante Gambrinus debió escuchar los mueras a Madero de la gente reunida afuera. Mientras lo trasladaban de Palacio a La Ciudadela debió ver el periódico que él fundó en llamas, el Nueva Era. Y al final ver cómo sería entregado a una multitud hambrienta de sangre.

Un día antes Gustavo le telegrafió a su esposa: “Estuve esperando a que me llamaras, pero en vano. Ayer se rompió por los felicistas la tregua que se había convenido y a las 2 p.m se rompieron de parte de ellos las hostilidaes que han continuado hasta estos momentos con gran éxito para las tropas del gobierno, pues lo han estrechado al grado que de mañana a pasado se acabará esta enojosa situación. Cariñosos recuerdos para todos de parte de  tu esposo que ansía por verte”.

Carolina respondió al día siguiente: “Estoy afligidísima, al venir del Rosario nos dio papá noticia y estoy con un cuidado inmenso por tí y los tuyos. Deseo que vengas cuanto antes a mi lado. Nada puedes hacer ahí y sin correo muchos peligros. Ya sé que de nadie se puede fiar, déjenlos que se gobiernen y se saquen los ojos si quieren y nosotros a nuestra antigua vida. Nada más te puedo decir que estoy que me ahogo de dolor y deseo cuanto antes te vengas a mi lado. Se quiso hacer el bien y no lo quisieron, tal vez tarde lo comprendan. Recibe mil besitos de tus hijos y de tu esposa que no piensa más que en verte.” Ese mismo día Gustavo es asesinado. No es posible saber si leyó el último telegrama de su esposa. Entre las pertenencias que encontraron había una libreta cuya última frase era: “Todo está perdido. Los soldados no quieren pelear”.

Inmediatamente después del asesinato de Gustavo se procedió a fusilar a Bassó. Intentaron vendarle los ojos pero se negó.  Pidió que le dejaran ver por última vez a la Osa Mayor. Cuando el pelotón se formo, cuentan que dijo: “Tengo 62 años de edad. Que conste que muero a la manera de un hombre. ¡Hagan fuego!”

En la mañana del 19 una multitud se reúne a las afueras de Palacio, algunos con el nuevo gobierno, otros presentan honores al presidente caído.

El embajador de Cuba, que tiene instrucciones de no reconocer al nuevo gobierno, negocia con Huerta el exilio de Madero y Pino Suárez. Huerta promete dejarlos ir a cambio de firmar su renuncia.

La renuncia es obtenida y aprobada por la Cámara de Diputados. En ese momento la lógica de sucesión nombraba como presidente al Secretario de Relaciones exteriores. Pedro Lascuráin es nombrado presidente ese mismo día a las 5:15 pm. Su único acto es nombrar Secretario de Relaciones exteriores a Huerta y luego renuncia a las 6:00 pm. Es el presidente con el mandato más breve en la historia de México, 45 minutos. En ese momento Huerta es nombrado presidente y es reconocido por la Suprema Corte de Justicia, dicen por ahí, que estaba ebrio.

El jueves 20, Sara Pérez, esposa de Madero, se entrevista con Henry Lane Wilson, para pedir por la vida de su esposo.

Henry Lane responde

–   Vuestro marido, señora, no sabia gobernar; jamás me pidió ni quiso escuchar mis consejos. El señor Huerta hará lo que mejor convenga.

–     Señor, otros ministros se esfuerzan por evitar esa catástrofe.

–     Ellos… ellos no tienen ninguna influencia.

Esa noche, el embajador cubano, Márquez Sterling, pasa la noche con Madero, Pino Suárez y Ángeles, como una forma de protegerlos. Francisco aún no sabe de la muerte de su hermano.

El 21 la madre de Francisco lo visita en Palacio y le informa la muerte de Gustavo. Madero cae de rodillas y le pide perdón a su mamá.

Más tarde un consejo encabezado por Huerta se reúne para decidir qué hacer con los prisioneros. Se pide que se les juzgue y se les condene a muerte, Huerta se niega argumentando que dio su palabra para mantenerlos con vida. No se toma un acuerdo y se decide llevarlos a la penitenciaria para decidir después. Toda la noche Francisco llora la muerte de Gustavo.

El sábado 22 de febrero, Blanquet contacta con el mayor de rurales, Francisco Cárdenas y le ordena simular un asalto y ejecutar al presidente. Cárdenas acepta pero con la condición de escuchar la orden directo de Huerta. Cárdenas pregunta si deben morir los tres a lo que Huerta responde: “Bueno… pues que se quede Ángeles, pero a los otros dos hay que matarlos hoy mismo sin falta”.

A las 10:20 de la noche, Cárdenas junto con el coronel Joaquín Chicarro, despiertan a los detenidos. Ángeles pregunta: “¿Adónde piensan llevarnos?” – “A la penitenciaria” responde Chicarro.

Ángeles pregunta: “¿Voy yo también?” A lo que Cárdenas responde: “No general, usted se queda. Es la orden que tenemos”.

Madero se despide de Ángeles con un abrazo, Pino Suárez solo alcanza a despedirse alzando el brazo sobre los militares que lo llevaban y diciendo: “Adiós, mi general.”

Madero custodiado por Cárdenas aborda un automóvil Protos; Pino Suaréz aborda un auto Peerles y es custodiado por el teniente Rafael Pimienta. A las once y media de la noche, a las afueras de la prisión de Lecumberri, son asesinados, primero Madero y posteriormente Pino Suárez. La prensa dirá que fueron muertos en un ataque propiciado por maderistas que intentaban rescatarlos.

Después de la muerte de Gustavo y Francisco se echan por la borda las acusaciones de enriquecimiento ilícito. Ya que se descubrió que no tenían grandes bienes materiales, de hecho la viuda de Madero tuvo que vender su caballo para poder pagar el funeral.

Inmediatamente Carraza, Lucio Blanco y Pablo González se levantan en armas contra Huerta. El 8 de marzo, Francisco Villa, junto con 8 hombres, cruza la frontera para pelear contra la dictadura, de este pequeño contingente saldrá uno de los ejércitos más grandes y peligrosos de la revolución mexicana: La División del Norte de Villa.

Así finaliza una de las historias más tristes de nuestra historia. Las viudas de los Madero vistieron de luto hasta su muerte. La dictadura de Huerta poco habría de durar, la revolución lo acorralaría y saldría al exilio en el extranjero.

Para mayor información sobre el tema consultar el libro: Temporada de Zopilotes de Paco Ignacio Taibo II, en el cual está basado este texto.

Lugares:

Demarcación de policía

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Reloj Chino

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Gambrinus
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Palacio Nacional
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Castillo de Chapultepec
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Cuartel de Tacubaya
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Colegio de aspirantes de San Fernando
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Prisión militar de Santiago Tlatelolco
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Prisión de Lecumberri
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cuartel de San Pedro y San Pablo
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Casa de la familia Madero
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La Ciudadela
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Periodico Nueva Era
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Eidicio de la Mutua
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Casa Foto Daguerre
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